21/3/15

Dignidad.

Se viene a mi cabeza una película: The Dreamers de Bertolucci. Cuando la vi (¡en 2003!) casi me revolvía en la butaca del cine advirtiendo cómo tres universitarios se dedicaban a la divagación filosófica entre pulsión y pulsión sexual, entre cigarrillo y cigarrillo, en una burguesa-aunque-bohemia casa parisina mientras las manifestaciones de Mayo del 68 se sucedían a modo de sombras que atravesaban raudas las cortinas colgadas en las ventanas.

Estás ante algo histórico y te lo pierdes por un polvo. O por hablar de Proust, que podría decir que me parece incluso más lamentable. Sería mi instinto periodístico de aquellos entonces el que provocaba semejante sensación.

Ahora mismo, no hace ni un cuarto de hora, acaba de pasar por mi calle uno de los brazos de las Marchas por la Dignidad que van a concluir hoy en Madrid.

Me he asomado a la terraza, en pijama. Me he agachado para coger una maceta que necesita trasplante. Me he metido de nuevo en casa. Me he puesto triste. Me he puesto a escribir.

En cuanto le dé al botón Publicar, releeré lo escrito para después volver a las actividades cotidianas propias de un sábado cualquiera (y muchísisisisisismo más penosas que un polvo o que hablar de Proust). Es posible que hasta me ponga ropa de calle. Al fin y al cabo tengo que ir a por el pan.

2 comentarios:

  1. Estuve el año pasado y estuve el sábado.
    hay que seguir. Hay que seguir manteniendo la dignidad que nos quieren arrebatar.
    Aparte de votar, claro está

    Abrazos

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  2. ¡Hola! Tenemos que seguir dando guerra, sí. Estoy contigo, Luna. Al menos todavía podemos protestar.
    Muchos, muchos besos. ¡Os echo de menos!

    (¡¿Hace tanto que escribí esto y que no he vuelto por aquí?! Es una falta de tiempo, nada más, dear readers. Me muero de ganas de recuperar de manera constante dos de las cosas que más satisfacción me dan: escribir en los blogs e ir al gimnasio. El verano está a la vuelta de la esquina. Por una vez me voy a alegrar de que llegue.)

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