14/11/17

Cava.

Hoy por fin me he deshecho de un par de botellas de cava que atesoraba en la nevera. Las llevé a la minimansión al poco de fallecer mi madre, tras una mini limpieza.

Supongo que en su momento fueron de mis familiares de Barcelona, una suerte de peladillas o de polvorones sabor limón del aguinaldo navideño que ahí se quedaron, a la espera. Y así han estado en la nevera de Madrid, a la espera de ser descorchadas durante tres años.

Sucede que en este tiempo no ha habido nada especial que celebrar. Si nos ponemos en plan zen, todos los días podrían ser una celebración (he visto algunos amaneceres merecedores de ello, por poner el clásico ejemplo), pero el caso es que del 2014 al día de hoy nada festejable ha sucedido.

Así que, cansada de verlas en la nevera, ocupando hueco –hueco que ahora ya no necesito, la verdad sea dicha–, las he despojado de la vitola, del seguro metálico, del tapón de corcho, ¡pop!, y las he vaciado en el fregadero de la cocina. Después he abierto el grifo medio minuto para arrastrar bien el líquido elemento.

Ni siquiera he probado un poco. Ni por curiosidad.

4 comentarios:

  1. He vuelto a leer la palabra "minimansión", que es muy tuya.

    Un abrazo

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    1. José Luis, ¡qué alegría verte por aquí de nuevo! :-D Abrazo grande, grande.

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  2. Hola, hola.

    Por favor; Por el medio que quieras, ponme al día de tu vida que no sé donde andas. ¿ haces vida rural o estás aquí? Ando desconectada. Me he subido al 46 para ir a la Gran Vía y me he perdido. jaja

    Besos

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    1. Jajajaja, Luna, habría definir que es estar aquí o, mejor dicho, dónde es aquí porque yo aquí me siento, pero me temo que no es el aquí al que tú te refieres ;-)

      Cuando tenga un rato, te escribo un email. Te advierto que será aburrido como pocos, pero tú lo has querido..¬_¬

      ¡Muchos besos y feliz año nuevo a todos!

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