30/5/18

Incapaz de terminar de hacer una maleta.

Tengo en mi habitación varias camisetas, camisas, un vestido, una falda de verano aún sin estrenar y tres pares de pantalones desperdigados sin sentido por la cama. Los zapatos van a parte. Igual que los bolsos y resto de complementos.

¿Llevo el ordenador por si tengo que trabajar? ¿Y la réflex...? (Oops, no puedo: tendría que facturar la maleta.) ¿Qué ropa me pongo para el avión? Aquí hace calor, allí frío y me han dicho por whatsapp que está lloviendo. (Mierda, no tengo botas que no calen.)

Después de pasarme casi diez años de mi vida de aquí para allá, llevo más de seis meses sin mover el culo del mismo sitio. Me siento rara. Podría ser que hubiera perdido la costumbre de tener que moverme, de viajar por obligación. Aunque este es sólo un viaje por placer o tal vez el placer sólo sea la excusa dada la ingente cantidad de asuntos por resolver que llevo en mente.

Pese a que intento ser optimista y pensar que será genial ver a personas que hace veinte años que no veo, a lo mejor el deleite no sea para tanto. Recuerdo pocas pelis y menos libros en los que las reuniones de antiguos alumnos y similares deparen buenos resultados o algo diferente al tópico del guapo hecho un callo o del empollón que no pasó de auxiliar administrativo (o peor).

Quizá la imposibilidad de cerrar esta maleta esconde mi turbación ante la pregunta que necesariamente voy a tener que escuchar de algunos hacia mí: "Cal, y tú ¿qué has hecho en estos años?". Porque pensándolo, ahora, en frío, ¿qué es lo que he estado haciendo que merezca la pena ser contado...?

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Neo!!! Pero ¡hombrededios! ¿dónde te metes? Se te echa de menos una barbaridad.

    Este blog sabéis dos o tres de su existencia. Lo que se suelen llamar amigos de toda la vida, ni uno lo sabe. ;-)

    ¡Beso requetefuerte!

    (¡qué alegría, qué alegría!)

    ResponderEliminar