11/6/18

La Era Aquarius.

A menudo me pregunto qué pensarían nuestros padres o abuelos cuando leyeran u oyeran noticias sobre el holocausto nazi en tiempos del mismo. Digo el holocausto nazi porque es el más conocido por todos. Yo, por ejemplo, me acuerdo muchísimo del Genocidio de Ruanda, porque sucedió justo cuando comencé la uni y me pareció terrible –entre otras muchas cosas– cómo se tuvieron que retirar los cascos azules de la ONU mientras la mitad del país pasaba a cuchillo a la otra mitad. Recuerdo estar de ay en ay cada vez que oía las noticias, incluso los medios dejaron de informar en cierto punto. Ruanda, ¿dónde está Ruanda? ¿hay petróleo allí? Fue espantoso.

Me está pasando algo similar con el tema (me niego a llamarlo problema, al menos desde la adocenada Europa) de los refugiados. Más ahora que vivo en el sur y que cuando veo varios helicópteros apuntando con sus cañones de luz sobre las aguas del Mediterráneo, me temo lo peor. El día que la Legión desembarcó en las playas y trajo al Cristo de Mena hasta su cofradía con los brazos en alto, ese día antes de que tres ministros infames junto a su cohorte de palmeros corearan "El Novio de la Muerte" ante las cámaras de televisión de medio mundo, también se rescató una patera a la que nadie fue a recibir con olés y aplausos.

Dentro de esa paupérrima embarcación no iba un pedazo de madera esculpido en humana forma, iban personas como usted y como yo. Con una diferencia, cierto: usted y yo no tenemos que huir de ningún lado, nuestra vida no corre peligro aquí donde estamos por el simple hecho de existir. Usted y yo, más o menos, comemos todos los días, podemos permitirnos ir a la moda, tener de vez en cuando vacaciones e incluso viajar por placer.

He asistido estupefacta al drama del Aquarius de los últimos días. Afortunadamente se ha solucionado justo en el momento que me puse a escribir este post y me siento contenta por ello, pero no soy ingenua. Hoy es el Aquarius y mañana será otro buque con otro nombre fruto de otra frontera llena de concertinas lacerantes, de otro conflicto, de otro estado fallido.

¿Qué nos pasa? En serio, ¿¡qué nos pasa!? ¿qué ocupa hoy en día el hueco de nuestro corazón?

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