Hoy comienza tu tercera vuelta alrededor del Sol. Las dos primeras han sido apasionantes y esta promete porque eres capaz de beberte la vida de igual manera que la tierra seca absorbe el agua.
Cantas algo menos y bailas algo más, ¡pero qué más da! Está claro que la tuta y tú tenéis una relación muy especial. Sin que nada te hayamos dicho, sabes aplaudir entre canción y canción cuando paramos ante cualquier soniquete callejero. La guitarra, el piano... Te quedaste alucinada la primera vez que viste —y oíste— uno de cola, tan grande, tan sonoro, dentro de una iglesia desacralizada.
Tu forma de mirar, tus escaneos a las personas, como queriendo extraerles la esencia. Tu cuello estirado y tus ojos negros fijos en aquello que te interesa. La concentración y el empeño que le pones a todo.
Ir de compras alberga un nuevo sentido cuando voy contigo. Que aparezcan en la cesta los productos más insospechados, bolsas de basura de cien litros o latas de conservas extrañas. Que cojas con tus pequeñas manos las perchas de lo que te atrae (brilli brilli, mi pequeña urraca) y me persigas con ello.
Te gusta la calle. Te gustan los bichos. Te gusta arrancarme las flores de las plantas porque son muy bonitas, ¿verdad? Te gusta el agua, muchísimo.
Me encanta cuando te carcajeas tanto, tanto que tu cuerpo no es capaz de sostenerte y te caes hacia atrás, muerta de la risa.
Escribo estas palabras mientras velo por tu sueño. Tu cuerpecito caliente rozando el mío, tu respirar tranquilo. Pocas cosas son tan maravillosas como ver que empiezas a dormirte aún en mis brazos.
¡Feliz segundo cumpleaños, brujilda!
No hay comentarios:
Publicar un comentario