28/2/05

Querida Gladis

(Entrada rescatada de Diarios Gratis)
Sería fácil dedicar hoy un post a esto de los Oscars y he insinuado por ahí que es posible que lo hiciera, pero me he dado cuenta de que no merece la pena. Es como hablar de la nieve cuando nieva. Quiero decir, es como hablar de lo que todo el mundo hablará por lo insólito del acontecimiento. Así que mi enhorabuena a los ganadores. Especialmente a Jorge Drexler y a Alejandro Amenábar por eso de la proximidad territorial.
Hoy quiero dedicar mi post a Gladis. Y, ¿quién coño es Gladis? Pues Gladis es una especie de muñequita de porcelana (oscura, ya que no podemos decir que sea muy blanquita de piel la chica) que trabaja como camarera en el bar de debajo de mi curro. Es un auténtico cielo. La típica persona que basta que vayas tú con el peor de los días para que ella sea capaz de alegrártelo con ese desparpajo y candor al hablar.
Gladis sabe en todo momento lo que necesitas y lo que no necesitas. Un café con leche no es sólo un café con leche si te lo pone Gladis. Es una conversación y una enorme sonrisa. Posee esa especie de psicología que no se enseña en las universidades pero que es la que realmente te saca de los apuros vitales. Pero hoy era Cladis la que tenía mal día. Hoy era ella la que necesitaba que le sirvieran el café y le echaran una sonrisa cómplice.
Y por eso he decidido que se merecía más ella estas parcas líneas que nadie en el mundo. Porque gracias a personas como Gladis el mundo sigue para adelante. Poco a poco, pero siempre hacia delante. Nunca conseguirá un Nobel, (casi con toda probabilidad) pero ayuda a muchos en esa larga y tortuosa carrera hacia el ingrato “éxito”.