Hoy ya tengo plan, bueno dos planes. Por un lado los del equipo de rugby de mi paquete que, con eso de que Irlanda tiene una buenísima selección de rugby, se mimetizan con los dublineses y demás conciudadanos de Eyre y se van a un garito celta hasta que acaban las reservas de cerveza y licores varios. O bien tengo una súper fiesta privada mega guay (y que conste que no lo digo con rintintín) de una asociación a la cual pertenezco desde hace dos o tres años y que promete igualmente. Vaya dilema. O no salgo nunca o se me juntan las citas. Ja.
Todo un dilema. El año pasado opté por irme a la fiesta mega
guay con algunos compañeros de oficio y con paquete. Por la mañana conferencias
y colegueo entre colegas, valga la redundancia. Conocimos a gente muy
interesante y después de tanta conferencia y tanta palmada en la espalda:
convite y barra libre. Los canapés estaban de vicio (no en vano eran de un
cocinero muy conocido en este país). Pero lo realmente interesante llegó a
partir de las diez de la noche. En ese momento nos juntamos todos los que
quedábamos en el bar y se abrió la veda: güisqui, ron, ginebra, vozka y todo
tipo de licores gratuitos a los presentes. Por aquel lapso yo ya llevaba unas
cuantas cervecitas y unos cuantos chatos de buen vino tinto de Rioja. Estaba,
cómo decirlo, contentilla.
Tan contentilla que acabé llamando a Speranza Gon que se vino a la fiesta de
gorra. Sobornamos un pelín al de la puerta montándonos un espectáculo medio
porno lésbico y al final Speranza consiguió colarse en el fiestón.En el fiestón me presentaron a un enchufado que me quitó un puesto de trabajo, amigo de Speranza Gon (un mundo un pelín endogámico este en el que me muevo), y que se autopresentó como “El Enchufado”. Total que acabamos el enchufado, la Gon, el paquete, el entrevistador que no me contrató, y varios antiguos ex compañeros míos (L, E y C) de un curso que hicimos juntos borrrrrrachas como perras en el coche del paquete andando por la A6 dirección A Coruña buscando una antigua discoteca que resultó que al final no existía o que se había convertido en un burdel.
No estoy muy segura porque yo a esas alturas ya iba en el
asiento del copiloto con la cabeza colgando por fuera de la ventanilla del
coche para que me diera el fresco y a ver si así espabilaba un poco. Eso sí,
la Gon y yo nos hicimos con el picaporte de uno de los baños de chicas (puro
aburrimiento al hacer la cola) que nos regalamos cual anillo de compromiso y
que estaba unido a mi mano como se unen dos piezas de un puzzle (y que todavía
conservo un año después). Al final la trouppe decidió volver a Madrid capital.
En la glorieta de Bilbao yo tiré la toalla, pero por el bien del grupo, que
conste. Quicir, no encontrábamos aparcamiento así que se decidió aparcar en doble
fila y, claro, yo con lo sannnnta que soy, decidí quedarme en el coche por
si acaso. Y por supuesto con la cabeza colgando al fresco de la noche. Total
que paquete, siempre a mi lado, optó por llevarme a casa.
Nos teníais que ver por la M30 a 30 por hora. En el momento
que el velocímetro pasaba de esa velocidad el metabolismo de Calamity se
aceleraba de tal manera que el estómago se empezaba a subir hasta el esófago.
Así que a 30 y pisando huevos.
Pues eso chicos, que feliz día de San Patricio (veremos a
ver mañana cómo andamos por la blogosfera), C.
PD. Y a todo esto el apañero de piso en casita durmiendo
porque al día siguiente tenía que trabajar. Ay infeliz, ¡¡¡qué yo también fui a
currar a Leganés dos horas después!!!
PD 2: Luego os pongo una fotos de irlandeses “ilustres” y no
tan ilustres, a ver qué tal me sale, je, je.
PD 3: Qué plasta estoy. Son las 12 de la mañana y ya me ha llamado E
para quedar a las 15.30 para largarnos al mega fiestón súper guay (y por
supuesto he quedado)… Ay, con la de curro que tengo yo hoy…
