Esto de la astenia primaveral me empieza ya a joder -perdón
por la expresión- de verdad. Al margen de antihistamínicos para mi alergia al
polén, mis ánimos están bajo mínimos. Estoy hecha una auténtica mierda.
Siento defraudar a Flor porque la dije que hoy iba a poner un artículo alegre y lleno de anécdotas, pero no puedo. El malestar me vence. Y como no sé hacerlo mejor que él (que Sabina, quicir), os dejo con su poesía (me largo a comer, sola, para variar. Aunque cuando estoy acompañada tampoco es que esté mejor. Qué chungo esto de "sentirse solo"):
Como quien viaja a lomos
de una yegua sombría,
por la ciudad camino,
no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro
que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas
que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten
su vómito de humo
a un cielo cada vez
más lejano y más alto.
Por las paredes ocres
se desparrama el zumo
de una fruta de sangre
crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde,
debe ser Primavera,
cruza por mi mirada
un tren interminable,
el barrio donde habito
no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete,
calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años
al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento
ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento
a silbar mi melodía.
Besos, Calamity.
Siento defraudar a Flor porque la dije que hoy iba a poner un artículo alegre y lleno de anécdotas, pero no puedo. El malestar me vence. Y como no sé hacerlo mejor que él (que Sabina, quicir), os dejo con su poesía (me largo a comer, sola, para variar. Aunque cuando estoy acompañada tampoco es que esté mejor. Qué chungo esto de "sentirse solo"):
Como quien viaja a lomos
de una yegua sombría,
por la ciudad camino,
no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro
que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas
que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten
su vómito de humo
a un cielo cada vez
más lejano y más alto.
Por las paredes ocres
se desparrama el zumo
de una fruta de sangre
crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde,
debe ser Primavera,
cruza por mi mirada
un tren interminable,
el barrio donde habito
no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete,
calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años
al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento
ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento
a silbar mi melodía.
Besos, Calamity.