Hoy lunes y durante todo el fin de semana me he ido dando cuenta de cómo hemos cambiado… Uno se cree que no pasa el tiempo hasta que se pone a reflexionar y a charlar de anécdotas pasadas. Y después llegan las fotos. Allá va una de mi cuadrilla sección femenina-junto a alguna incursión masculina- con veintimuypocos años, incluso ni veinte habíamos cumplido algunos. No la había visto. Hasta yo misma me he sorprendido de verme con pelo largo y color natural, ja, ja:
Y todo esto por qué. Pues por el fin de semana cargado de recuerdos que hemos tenido. Nada especial y sin embargo lleno de emociones. Visita a mi gran amiga Nuvilla que está convaleciente de una operación que le han practicado justo antes del Uno de Mayo. En la –por poco tiempo- casa de sus padres en Madrid nos juntamos una serie de amigos (todos casados menos yo) y nos dio por charlar de los avatares del día a día. Me enteré el mismo sábado que otra de las amigas de la cuadrilla va a tener un niño. Es más llamé ayer a Juncal y ya está fuera de cuentas. Jaime está a puntito de nacer.
Me volví a casa con la dulce desazón de ver que el tiempo no perdona. Que pasa y pasa y no deja de pasar mientras nosotros, ingenuos humanos, vamos quemando etapas sin ni siquiera ser conscientes de ello. Y casi mejor vivir dentro de esa reconfortante neblina de la inconsciencia porque si nos paramos a pensar en quienes éramos y en quienes nos hemos convertido…
Besitos adolescentes.
Cal.

