Estos días han sido demasiado para mi frágil fortaleza de los últimos tiempos. Creo que nunca he llorado tanto y delante de tanta gente. Delante de absolutamente todos los que han estado conmigo. Me ha faltado gimotear frente a la señora del pan. ¿Qué me ha pasado? Jamás he siquiera balbuceado en presencia de nadie. Los malos ratos para la almohada. En público mis sentimientos son solo míos, la máscara está siempre encima de la faz.
Con el coche sin rumbo fijo he decidido perderme entre mis montañas. Ellas siempre me han aliviado, hasta hoy. He recorrido los puertos de carreteras secundarias al volante del Golfo, reduciendo, acelerando, parando cuando algo llamaba mi atención.
![]() |
San Salvador de Cantamuda, en el pueblo homónimo (Palencia), con uno de mis picos favoritos al fondo: Peña Labra. Debería estar completamente nevado a estas alturas del calendario, pero... |
La serenidad solo ha llegado en el trasiego de la noche, acompañada de mis amigos, los de toda la vida, los de carne y hueso, los que traspasan esta maraña cibernética, los que sin preguntarme nada han sido capaces de abrazarme y quererme en silencio, secar mis ojos húmedos y con su mirada cómplice decirme "hey, estamos aquí, Cal".
La Navidad puede ser muy depresiva, Cal, pero pronto acabará, ¡ánimo!.
ResponderEliminarCal. Ya llegamos al segundo embite.
ResponderEliminarQueda poco
Besos y árriba
Gracias, José Luis, Aquí. Estoy especialmente necesitada de mimitos, me parece a mí. :)
ResponderEliminarSiento verte asi. Animo.
ResponderEliminarSe me pasará, Lacónico. Supongo que escuchar réquiems todo el santo día tampoco ayuda mucho, pero todo se pasa. Bienvenido. ;)
ResponderEliminarHey, estamos aquí, Cal
ResponderEliminarAqui, justo al ladito.
Gracias, Neo. Un beso muy fuerte. No hay tormenta que dure cien años. :-)
ResponderEliminar