Leer por el simple placer de leer.

Igual ya lo he contado por aquí en alguna ocasión. Igual no. Desde que murió mi madre, posiblemente un poco antes (tal vez desde que empecé con los estudios reglados de nuevo), hay dos cosas que me proporcionaban un placer inmenso y que he dejado de hacer.

La primera es escuchar música actual, pop y rock. No sé. No puedo. Me cuesta mucho, muchísimo. Afortunadamente no me sucede lo mismo con la música sinfónica y con parte del jazz, el más clásico y a poder ser instrumental, y de vez en cuando el silencio de la minimansión (o el ruido de la telebasura, un mal hábito como otro cualquiera cuando se sufre de soledad) dan paso a algún compositor barroco o algún expresionista  o directamente al Renacimiento.

La segunda es la lectura. Es curioso porque leer, leo bastante, posiblemente más que la mayoría. Pero leo bazofia o escritos poco edificantes o no tanto como se le supone a la lectura de ficción y ensayo impresos en papel (o ebook, para quien le guste). Me pregunto por qué la lectura en papel/ebook proporciona mayor satisfacción y bienestar mental que la de noticias, estudios y posts en Internet, ¿existe algún estudio científico que lo confirme? (¡Necesito saberlo!)

Sin andarme demasiado por las ramas, podría decir que, salvo por necesidades del guión (esto es mi proyecto de fin de grado –= PFG– o algo relacionado con mis últimos estudios) hace mil que no leo –leía– una novela/ensayo/whatever en papel en menos de una semana. Hasta hoy. Ayer compré un libro y hoy lo he terminado. 264 páginas, con cuerpo tipográfico generoso, así que podría haberse quedado en menos de doscientas con una maquetación más "bíblica".

No ha sido un esfuerzo ímprobo. Me podría sentir un poquitín mal porque tenía planeadas otras actividades para el día de hoy (entre ellas mi PFG y terminar un texto incompleto para el Bremen), pero me siento bastante bien. Me han venido ecos de la uni, de aquellos días en los que incluso no me presentaba a exámenes (parciales) por terminar un libro que me tenía enganchada.

Ahora solo pido (¡rezo!) porque no me pase lo mismo que con la música, aquel vano intento de regreso a la actualidad musical que tuve hace meses, y que esta tarde, cuando dé por finalizada mi jornada laboral, tome otro de los libros que se amontonan en las estanterías de mi estudio, lo abra y lo empiece a leer y que esa lectura no se quede solo en grado de tentativa.