12/5/17

El trabajo, o mejor dicho su búsqueda, de estos últimos años.

Ayer he tenido una entrevista de trabajo. La primera en los últimos seis o siete meses. Digo entrevista por decir algo, porque realmente el hombre ni me pidió un currículum ni quiso ver mi portfolio (algo básico en curros de cariz creativo, más que el cv).

Durante casi dos horas el hombre en cuestión me explicó su pintoresca, por decir algo, táctica empresarial. Oigan, cada uno hace con su negocio lo que le salga del mismísimo, que para eso arriesgan su pasta. Eso sí, que arriesguen la mía (el tiempo es oro) ya no me gusta tanto. El caso es que, resumiéndolo mucho, acabamos teniendo un brainstorming estratégico en toda regla. Incluso sacó cuaderno y boli Bic azul mientras me preguntaba "¿tú cómo lo harías?" con absoluta serenidad. Es decir, empezamos a currar. Porque en los ambientes creativos los que se paga son las ideas (luego ya va la ejecución, producción, etc., no les voy a aburrir narrándoles procesos).

Ya empiezo a ser perra vieja así que tampoco tuve reparo en contestarle "pero, esto es trabajo; yo cobro por hacer esto". Le importó un pimiento, obvio. Intenté salir lo más airosa posible del trance y, como está de moda decir ahora, hasta luego, Maricarmen. Lo peor de todo es que me afectó un poco y perdí toda la tarde tirada en el sofá de la minimansión discurriendo sobre la mierda de valores y el poco respeto que se estilan en mi sector en vez de avanzar en el proyecto de fin de grado.

Es que, joder, los últimos trabajos/entrevistas que he tenido han sido de una vileza tal que a veces me desanimo pensando en para qué tanto esfuerzo. Sabemos que el trabajo es trabajo y punto, pero, no sé, ¿dónde está quedando el respeto a la profesión (cualesquiera que sea), a la persona?

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