22/5/17

Propuestas musicales LIV | Nirvana

¿Saben esos momentos en los que parece que absolutamente todo se confabula para que se dé la perfección? Tuve uno ayer por la tarde. Duró apenas cinco minutillos, pero, ¡oh, qué cinco minutillos!

Ayer fue un día digamos que de mierda. O de mierda a medias. Fui al gym. Hasta ahí todo bien. El problema estuvo al llegar a la minimansión. Últimamente a los pajaritos les ha dado por atacar a mis plantas. En esta última semana he tenido cuatro ataques. Les encanta el abono orgánico de los cestillos y las raíces tiernas y blancas sin lignificar de mis taxodium distichum. Arrasan con las manzanitas a medio hacer de Nitya, el manzano de Nagasaki que me regaló mi padre cuando aprobé todo en 1º de BUP. Sacan la tierra del acer palmatum. Son escenas de gore botánico.

Arreglar los desaguisados (no se pueden dejar las plantas con las raíces al aire porque morirían) me lleva mínimo una hora y pico. El sábado estuve casi tres horas. Aproveché para reponer el abono consumido del último mes. Y por eso me sentó a cuerno quemado llegar del gimnasio y ver toda la terraza exactamente igual que si no hubiera hecho nada el día anterior. Me cabreé tanto que hasta se me quemó la comida aumentando así mi ya de por sí morrocotudo enfado (pensé, incluso, en cepos, con eso se lo digo todo, yo, la ecologista, ¡ja! hubiera salido con una escopeta de perdigones en esos momentos).

Y después de arreglar a los damnificados, me puse a escribir como una loca (prepárense estos días), supongo que como desahogo o quizá como pérdida de tiempo y postergación absoluta. Y después de tragarme las dos primeras entregas de Jurassic Park mientras ordenaba las imágenes para la memoria del proyecto y veía como el Real Madrid metía un gol al Málaga (puaff), decidí desconectar y conectar de verdad. Y cuando sonaba esto que les invito a escuchar, se asomaron unos rayos de luz rojiza del ocaso coloreando las fachadas blancas del patio y dejando a mis pequeños y refugiados shohin en contraluz. El ojo derecho me derramó una lágrima. Una de felicidad por el hecho de ser partícipe en semejante cúmulo de belleza absoluta.

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