10/12/21

Enseñanza vicaria

Mi madre se convirtió en madre (en madre de su propia hija, o sea, yo) a los cuarenta y dos años. A los cuarenta y nueve, harta de limpiar la mierda de los cerdos de otros y de cultivar tierras ajenas, se embarcó en un proyecto personal que, aunque ya no lo pueda ver, sus sucesores están en trámites para convertirlo en una Denominación de Origen.

Hoy, con cuarenta y seis años, he dado un gran paso que para la mayoría parecerá minúsculo, pero para mí puede suponer un giro de ciento ochenta grados en mi existencia. Hoy comienzo en serio, gritándolo a los cuatro vientos, uno de mis proyectos personales en el que llevo trabajando meses y meses. No es el más vocacional de mis planes, pero es, sin lugar a dudas, el que más descanso mental y autonomía me va a otorgar porque estoy muy cansada de ser una chacha, una mantenida y una doña nadie.

Ah, la euforia, qué mala prensa tiene esta emoción tan alucinante. Con cuarenta y tres años, el día que me dijeron que tenía que nacer mi hija, fue la última vez que me sentí eufórica. Así me encuentro ahora mismo, con bocanadas de una felicidad inmensa que se concentran en el pecho y estallan en la cabeza. Ilusionada. Con la esperanza asomando por el horizonte que se ve desde esta silla en la que escribo de salir del pozo pringoso en el que me han ido metiendo mis malas decisiones y las circunstancias. 

Tengo ganas de enfriar el benjamín que anda olvidado en la despensa y bebérmelo de un trago en cuanto alcance la temperatura ideal.

Allá voy.

5 comentarios:

  1. (Morcillas, glglglglglgl....)

    Pues nada, cuando sea público del todo, cuenta y da más datos. En serio, hazlo.

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  2. Ah, y espero que todo vaya muy bien y que no te hagas rica. Eso llevaría muchas complicaciones. Mejor, que te dé para vivir holgadamente. Para qué más.

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    1. Jajaja, ¡rica, dice! Con dejar de ser una muerta de hambre (y cerrar algunas bocas) me conformo. Soy pobre hasta para soñar, Neo ;-)

      Aunque estemos ya más al final que al principio, felices fiestas para ti y tu familia.

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  3. Me gusta más el vino que la morcilla,
    avisa que espero sirvas por internet,
    ¿ Ya no vives por abajo?
    Un abrazo

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    1. Es que no has probado las morcillas que hacía mi madre, Luna. Maridan además con un buen vino tinto, por cierto.

      No vivo por abajo y... lo echo tremendamente de menos. ¡Quién me lo iba a decir! Si algún día pudiera, no te digo yo que no me hiciera con una casita por ahí medio abandonada e irme para allá a descansar.

      Te digo lo que a Neo, Luna, que felices fiestas y que espero que el 2022 os traiga lo mejor.

      Un beso.

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