3/2/22

Algo tengo que estar haciendo muy mal

Las navidades me han pasado por encima como una apisonadora. Llego a febrero todavía con kilos y pena de más.

Aunque tenía cierto miedo a contarlo, pensé que mi familia se iba a entusiasmar al escuchar los proyectos que tengo para salir de este bache vital. Ahora me doy cuenta de que era mucho pedir. Estaba preparada para la crítica constructiva y para cierta indiferencia, pero no para la indiferencia total ni para que me dejasen de hablar. Sin embargo son reacciones que, bien pensadas, no tendrían por qué haberme sorprendido. Mi familia política es muy oriental en este sentido (ver, oír y callar) y lo que resta de mi familia-familia son muy... suyos o mejor dicho son muy a lo suyo.

Un mes después de compartir espacio vital con ambas —vino y polvorones mediante— no he recibido ni un solo mensaje o llamada, un qué tal va todo... Nada. Ni bueno, ni malo. 

Con las amistades de toda la vida tampoco es que marche la cosa mucho mejor. Es inútil pensar que tu cuadrilla de juventud va a funcionar con el mismo pulmón ahora que hace treinta años: todos hemos cambiado y todos tenemos nuestras vidas. Tan solo un triste grupo de WhatsApp cada vez más desprovisto de personal y que en ocasiones resurge, junto con varias llamadas al año, te hace pensar que en periodo vacacional volverán las reuniones de antaño, llenas de energía y camaradería. Y no. Es puro autoengaño.  Me empecé a percatar de ello, del latente desbarajuste entre amigos, cuando en 2009 fui a cuidar de mi momi al pueblo y no conseguí ver a nadie en meses. La pandemia sólo ha hecho que dejarlo más patente.

Y llega el tercer pilar, el que supones que es tu taza de café caliente frente a la ventana en un día desapacible: tu propio hogar. Y prefiero no hablar sobre esta clausura, la verdad. 

No sé qué debo de estar haciendo tan rematadamente mal para estar con estos sentimientos de desazón y soledad continuos, con este hartazgo.

3 comentarios:

  1. Eres jovenzuela y te queda por aprender en ese aspecto.
    A la gente, en el país de mis amores, no les gusta los nuevos proyectos de los demás.

    Mira a los ojos de la preciosidad que tienes y sigue adelante sin más ni más.

    Besos

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    1. No les gustan sobre todo si interfieren con sus intereses personales que es lo que creo que pasa con mi familia-familia :-D

      En fin, yo p'alante, ¡qué le voy a hacer! Sobre todo qué le voy a hacer si miro a los ojos negros de la preciosidad que me dices ;-)

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    2. Y besos, claro, muchos besos, Luna Lunera. Para ti y para tus preciosidades también.

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