10/2/22

El disputado voto del señor Casero

Errar es humano. El que nunca se haya equivocado es que nunca se ha arriesgado a nada. El nombre de Alberto Casero va a perdurar en nuestras memorias durante mucho tiempo, incluso me atrevería a decir que pasará a la historia por su metedura de pata, la cual agradezco porque va a mejorar la vida de muchas personas, incluida la mía.

Lo siento. No me resisto a utilizar esta imagen de Casero que me llegó por Whatsapp (¡gracias, Micro!)

Sin embargo ese error está eclipsando lo verdaderamente chocante en la aprobación de la última reforma laboral. Dos cosas desde mi humilde y profano punto de vista. La primera es un acto de transfuguismo, un tamayazo como decimos en España. Esto es lo importante, lo esencial: dos servidores públicos han cambiado en el último momento el sentido de su voto por, seguramente, intereses particulares. Son estos dos nombres —Sergio Sayas y Carlos García Adanero— los que tendrían que estar sonando por las redes sociales, las mesas de debate y las voces de analistas políticos.

Y segundo, de lo que todavía se habla menos, que partidos políticos a los que se les llena la boca en su día a día con el rollo de la mejora de las condiciones de vida y el avance en los derechos de las personas hayan votado no a una reforma laboral que, pese a ser escasa, es al menos un primer paso para alcanzar dicha mejora. Me refiero, por supuesto, a ERC, BNG, Bildu y, aunque en menor medida, PNV. ¿Con qué cara deberían mirar ahora a sus votantes? ¿Cómo les podrán explicar que priman la mecánica electoralista por encima de la mejora en los derechos de la que tanto hacen gala desde sus tribunas?

Después de vivir el pasado jueves de infarto me queda aún más claro que todos estos señores están totalmente desconectados de la realidad que vive la gente de a pie.

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