27/7/23

Rebelde con causa

Me dije a mí misma que no iba a volver a hacerlo, que ni una necrológica más, pero a la admiración, se le añade el hecho de morir con una edad cercana a la propia, de compartir época. Me ha provocado una profunda pena la muerte de Sinéad O'Connor, de esas veces como que no te lo crees, que tienes que mirar las noticias dos veces y pellizcarte.

Yo me rapé el pelo por ella a los trece. La niña de melena larguísima, rubia, lisa. Fui al peluquero y le dije Julio, quiero que me rapes al uno, como la cantante de la lágrima. Hace poco que tiré la trenza larguísima, rubia, lisa, olvidada en una vieja caja de cartón. Lloré mucho a cuenta de aquel cambio tan radical. No me acostumbraba a verme tantas gafas, tanta nariz y tantas orejas. No todas tenemos los rasgos perfectos de la irlandesa, esta claro.

Aunque no fue su guapura lo que me hizo pasar por aquel trance. Fue su arrojo. Quería ser como ella, ser capaz de protestar, de decir las cosas, de expresarme y vestir a mi manera y la primera forma que se me ocurrió para empezar a hacerlo fue deshacerme del pelo que tan primorosamente había cuidado mi madre durante años.

Creo que poco después de que publicara Am I Not Your Girl? todos nos dejamos llevar por el escándalo y la incomprendida extravagancia de una niña de veintitrés años. Creo que todos la tratamos mal, le dimos la espalda pese a tener más razón que una santa, sabiendo —años después de que ella misma lo denunciase— los abusos infames que recibieron las residentes dublinesas de la Magdalena. El daño era irreparable con esta artista de extraordinaria voz.

Hay una frase que le oí decir en un documental que se me quedó grabada a fuego: «querían enterrarme, pero no sabían que yo era una semilla».

Todo el mundo mirará en estos días aquel primer plano de Nothing compares 2 U. En mi caso voy a caminar por otros derroteros, por llevar la contraria. No es mi favorita de ella, pero de sus grandes éxitos es la que más me gusta. No hace mucho que la escuché en casa porque me pone de muy muy buen humor, y me hace bailar, y me hace volver a querer ser contestataria.


Solo me queda darle las gracias por empezar a dar golpes en la puerta de la cuarta ola feminista. Las pioneras —ella lo fue— suelen ser las que más tortas se llevan.

Que la tierra te sea leve, Sinéad.

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