30/5/11

La aparentemente excitante vida de los otros.

Siempre he tenido curiosidad por conocer los detalles de la vida de mi abuela (mi madrina, para ser exactos). Si ustedes la hubieran visto en su día a día, no podrían imaginar que esa adorable viejita de 101 años tuviera que echarse al monte en plena guerra civil española después de enterrar en el patio trasero de su casa la única cosa de valor que poseía -un cabecero y un piecero de latón dorado-, casarse con su marido en la cárcel de Gijón e intentar huir desde el puerto de Bilbao hacia Alemania donde pasaría un tiempo hasta que se templaran las circunstancias por España para regresar metiéndose directamente en la boca del lobo como aupair en la casa madrileña de unos alemanes simpatizantes del régimen franquista.

Ustedes, al igual que yo, verían una mujer que se dedicaba a hacer vainica para subsistir y que aderezaba en la cocina modestos guisos de verdura y carne o pescado según escuchaba las noticias en la siempre encendida radio.

Hace unos meses una de mis mejores amigas -Speranza Gon- me presentó virtualmente a uno de sus amigos. Según ella teníamos muchos puntos en común y cierto es que, tras varios meses charlando a base de unos y ceros, compartimos una melomanía casi enfermiza, las ganas de devorar el escaso tiempo libre y la lectura de cómics, entre otras. En realidad los tres somos así (salvo en la lectura de cómics, que a la Gon no le va demasiado), como algo neuróticos.

A mí sus vidas me parecen fascinantes, me parece que han vivido cientos de cosas que a mí me hubiera gustado vivir, para bien y para mal, que sus caminos están cuajados de retos a los que yo echaría el lazo sin dudarlo; me da la sensación de que están en el camino, no sé si me entienden. Por contra mi vida me resulta a su lado un cúmulo de rutinas soporíferas que de vez en cuando se ven sobresaltadas por algún incidente que no suele ser bueno, aunque yo me ría de ello y tire pa'lante. Casi sin hesitar me cambiaría por uno de ellos o por lo menos me pondría tan al ladito, tan al ladito, a ver si se me contagia algo de su vorágine vital.

Pero lo más gracioso del tema es cuando nos ponemos a hablar precisamente de esto que les narro. A ellos mi vida -mi aburridíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisima vida- les parece simplemente alucinante. ¿Cómo? Ô_ô

¿Les sucede a ustedes lo mismo? Porque, he de reconocer que, también la vida de muchos de vosotros, queridos navegantes de la blogocosa, me parece digna de un libro de aventuras.

8 comentarios:

  1. Pues sí, por supuesto que sí. Toda vida ajena parece mejor.

    Cuando voy por la calle y miro las luces en las ventanas ajenas siento curiosidad, pero sobre todo una estúpida sensación de que detrás de esas cortinas hay una vida más plena: cultura a raudales, conversaciones ingeniosas, pasiones desbordadas.

    Pero sólo es eso, una estupidez.

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  2. ¡Qué bonito tu post NeoGurb! Ya sé que no somos nosotros de quiénes escribes porque en esa época yo aún vivía sola y desde luego no en esta mini mansión de ahora en la que no tenemos ni persianas ni cortinas. Aquí no se oculta nada. Más de un vecino, supongo, se habrá alegrado de verme salir de la ducha con el pelo chorreando agua y puede ser que hasta haya pensado en lo afortunado que es mi compañero, qué sé yo. :-D

    Puede ser que sea una estupidez, no lo niego, pero a mí también me gusta mirar. Un día en Viena me quedé embelesada mirando a un padre y a su hijo haciendo algo tan "espectacular" como ver la tele. El entorno en el que estaban, sus ropas, el barrio vienés en el que me dio por jugar a la ventana indiscreta me hizo imaginar cientos de historias para bien sobre esos dos personajes cuando seguramente su vida no fuera muy diferente de la mía: prisas por llegar al cole, las facturas del adsl, la comida que se quema, la leche que se acaba, el compañero cabrón que te busca las vueltas en el curro...

    Un besazo, Neo.

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  3. Creo que, salvo algunas excepciones, todas las vidas tienen mucho en común, las cosas que tú nombras, pero hay diferencias en como las viven unos y otros, en saber exprimir el día a día, en eso hay personas que saben hacerlo bien y otras que no, pero se puede aprender. Hay blog en los que se nota el esfuerzo por vivir intensamente cada día, aunque no es fácil encontrarlos.

    Saludos

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  4. ¡Gracias, José Luis! Es cierto que todas las vidas de todos nosotros se parecen mucho unas a otras, con sus pequeñas diferencias, claro. Yo intento vivir intensamente todo aquello que me sucede tanto lo bueno como lo malo. No quiero volver la vista atrás cuando sea una viejecita (si llego) y solo poder pensar en el malgasto de vida que he tenido. Sería una pena.

    Saludos, José Luis.

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  5. Me atrevo a recomendarte un blog que quizás ya conozcas

    http://lascincoestaciones.blogspot.com/

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  6. A mí me encanta observar, e incluso el puro voyeurismo (mirar por una ventana al interior de una casa). Una variante es mirar a la gente en el coche, sobre todo por el retrovisor.

    A veces, al mirar, imaginamos cosas, cosas mejores, interesantes, todo más lleno. Pero en realidad eso lo ponemos todo nosotros; somos nosotros los que estamos demostrando, por cómo miramos, nuestra capacidad de ensoñación, de hacer interesante algo, de buscar otra cosa. De quien habla bien eso, es de ti. El que mira es el especial, el que resulta definido por la mirada.


    Digo yo.

    Un beso.

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  7. Gracias, José Luis. Sí, conozco a Jesús Miramón. Llevo un buen tiempo leyéndole y me parece genial como hace de la cotidianidad algo mágico. No le he comentado nunca. Antes, cuando empecé con esto de los blogs, comentaba a diestro y siniestro, me moría por ver mis posts llenos de comentarios... Ahora ya simplemente escribo. Sé que me leéis y sé que vosotros sabéis que os leo.

    Besazo.

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  8. Uy, Portorosa, que se me había pasado tu comentario... Sí, yo reconozco que también soy muy voyeur. Me encanta mirar sin que me vean y me gusta muchísimo, cuando estoy en un restaurante, imaginarme las conversaciones (o no conversaciones, que de todo hay) de las personas sentadas en las mesas. ¿Será que tenemos necesidad de imaginarnos el mundo continuamente? No sé.

    Otro besazo para ti.

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