3/8/11

Restaurante Japonés Samurai.
Cuando un nigiri de salmón es diferente de uno de atún.

Siempre me había dado algo de asco la comida japonesa. No era capaz de entender que algo crudo pudiera estar rico. Tal vez porque lo único crudo que había probado en mi vida hasta venirme a vivir a Madrid fue una ostra que me provocó tal asco con esa textura entre mocosa y de plasma que no quise oír hablar saecula saeculorum de comida sin cocinar.

Pero, cosas de la vida, uno de mis amigos se echó una novia tokyota con la que hice muy buenas migas. La llamábamos Mykono, pobre, porque era lo más japonés que se nos ocurría cuando éramos incapaces de recordar su verdadero nombre. ¡Juventud! El caso es que ella abrió entonces una puerta que llevaba a lugares para mí inexplorados: la gastronomía nipona (la cultura del país del sol naciente en realidad, sin contar con los bonsáis, obsesión mía de toda la vida, que recuerde, que además procede de China originalmente). Fue precisamente la archiconocida sopa de misho (mishosuoko) lo que me hizo dejar a un lado los ascos de la niñez y enfrentarme con madurez a nuevos sabores.

Después de que mi nombre (junto con el de otras personas más importantes y versadas) sonara entre las paredes del Ateneo de Madrid, con la emoción aún a flor de piel y los nervios resistiendo por no desaparecer, decidimos darnos un homenaje en un japonés. ¿Cuál nos pillaba cerquita del Ateneo? Pues sí, el Restaurante Samurai, en plena Plaza de Santo Domingo (bueno, tampoco estaba tan cerca, pero ya saben, si te apetece...). Acierto total.

Nuestra elección no se salió demasiado de lo que podría ser un menú estándar japonés: mishosuoko, tempura, nigiri, sushi..., pero, oh, qué sushi, qué nigiri, qué tempura, qué toooooodo.

En plena crisis del pepino hispano-germánica nos obsequiaron con un entrante de pepino con anguila en salsa de vinagre y ajónjoli que ya hacía presagiar que habíamos acertado sentándonos en los butacones de ese restaurante. Delicioso.

Mi sopa misho era simplemente delicada y deliciosa. Con el suficiente equilibrio entre el fuerte sabor que aportan las algas y la delicadeza del tofu. La tempura de seta shittake estaba simplemente de impresión, crujiente en su punto justo aderezado con una salsa de soja que no resultaba insípida pero que tampoco disfrazaba el sabor del plato.

Tanto el sushi como el nigiri fue variado y variado de verdad. Podías distinguir perfectamente entre los matices que aportan unos u otros pescados, unas u otras verduras incluso aunque te hubieras hartado de pintarles con wasabi. De los mejores sushies que he probado en mi vida.

Los postres fueron también una delicia. Yo no sé si fue porque me vieron recogiendo notas insistentemente en mi cuaderno (¡qué sería de mí sin cuaderno y boli!) y tal vez nos confundieron con una especie de críticos gastronómicos (jur, jur, jur) que nos explicaron con todo lujo de detalles la elaboración de los platillos. :-D El helado de té verde con pasta de judías o_0 tenía tal mejunje de sabores y texturas que hacían de él el postre perfecto (desde mi más humilde punto de vista). El tiramisú de mango tradición y originalidad en un platillo, para paladares menos entrenados en sabores sorprendentes.

Nota_ 8,7/10

Restaurante Japonés Samurai
Cuesta de Santo Domingo, 24
28013 Madrid (Metro: Callao, Santo Domingo)
T_ 91 559 30 65
www.restaurantsamurai.com

PD. Aquí me quedaré, me acordé de ti en todo momento ya que tú adorado Ricardo Darín compartió mesa a nuestro lado junto a Abel Ayala (¡monísimo!), el Gran Wyoming y  Santiago Segura, entre otros comensales, y sí, tienes unos ojos que te quitan el hipo con solo mirarles. ;-D


PD. Queridos lectores de este egoblog: la entrada que acaban de leer está publicada automáticamente, vamos, que no se molesten si no les contesto en los comentarios rauda y veloz ya que ¡estoy de vacaciones!

2 comentarios:

  1. Hola quería saber si este restaurante cuenta con delivery de sushi? Gracias

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  2. ¡Hola, Caty! Creo que no tienen servicio a domicilio, pero todo será descolgar el teléfono y preguntárselo. En cualquier caso merece la pena ir al sitio porque está muy bien decorado.

    Un saludo.
    Cal.

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